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Ramón Artime, presidente de ASAJA Asturias: «Obres son amores»

En el campo, como en la vida, uno vale por lo que hace, no por lo que dice. Es una máxima que todos conocemos bien, porque aquí no hay lugar para vender humo: o ordeñas, o no ordeñas; o recoges la hierba a tiempo, o la pierdes; o defiendes el campo, o se queda solo. Y en este momento clave para el futuro agrario de Asturias, esa idea —la de que “obres son amores”— cobra todo el sentido.

El próximo 17 de julio, el campo asturiano vuelve a tener voz. Después de 23 años, volveremos a votar para elegir quién nos representa en el Consejo Agrario del Principado. No es un trámite cualquiera. Es una oportunidad para decidir quién alza la voz cuando las cosas se ponen difíciles, quién se planta ante las decisiones injustas y quién está ahí cuando hace falta dar la batalla.

En ASAJA llevamos años haciéndolo. No solo en Asturias, donde defendemos a pie de campo, sino también fuera de ella: en Madrid, donde se negocian presupuestos, y en Bruselas, donde se cocinan normativas que condicionan nuestras explotaciones, desde la PAC hasta las restricciones medioambientales. Tener representación en esas mesas —y no solo en las fotos— es lo que marca la diferencia entre el ruido y el resultado.

Muchos hablan. Nosotros actuamos. Lo hicimos cuando tocó defender al ganadero frente a los daños del lobo, sin discursos vacíos, sino con propuestas concretas. Lo hacemos al reclamar seguros agrarios más eficaces, al exigir soluciones para el relevo generacional o al impulsar ayudas realistas para quienes aún sostienen el medio rural con su esfuerzo diario.

Sabemos que no hay soluciones mágicas, pero también sabemos que la realidad del campo asturiano no puede decidirse en despachos lejanos sin contar con quienes viven en él. Por eso es tan importante que votemos, y que lo hagamos con conciencia.

En ASAJA no prometemos milagros. Ofrecemos compromiso, estructura y capacidad real para influir. Porque cuando toca defender lo nuestro, no basta con alzar la voz. Hace falta que esa voz se escuche donde se toman las decisiones. Y eso, quienes nos conocen, saben que lo llevamos haciendo desde hace décadas.

El campo asturiano no está solo. Está lleno de gente con nombre y apellidos que cada día da lo mejor de sí para mantener vivas las ganaderías, las huertas, las colmenas y los pastos. Gente que merece respeto, futuro y representación. Nosotros seguiremos ahí, con ellos. Como siempre.

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