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AVA-ASAJA acusa a la UE de “alta traición” a la agricultura mediterránea por el pacto con Marruecos

Efectivamente, el acuerdo establece la plena liberalización de los intercambios comerciales en materia agraria con la única excepción de seis productos que considera sensibles –clementinas, tomates, calabacines, pepinos, fresas y ajos- pero a los que rebaja los precios de entrada al mercado de la UE un 30% al tiempo que aumenta los contingentes en proporciones que oscilan entre el 35% para clementinas (el tonelaje autorizado a entrar en Europa pasa de 130.000 toneladas a 175.000) y un 173% para pepino (de 5.500 a 15.000 toneladas. En naranjas y mandarinas, el pacto con Marruecos contempla una liberalización total de sus exportaciones.

“Con esta decisión –lamenta el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado- la Unión Europea ha dado la espalda a una parte de sus socios y los ha dejado abandonados a su suerte. Los agricultores de las zonas mediterráneas que producimos frutas y hortalizas no nos sentimos tratados como europeos, sino víctimas de una traición en toda regla y de una estafa perpetrada en nombre de grandes y solidarios principios pero que esconde, en realidad, intereses geopolíticos, agrarios e industriales que sólo van a beneficiar a ciertos países y a grandes multinacionales.”

El impacto del nuevo escenario comercial derivado del acuerdo con Marruecos será devastador para una agricultura valenciana que ya se encuentra sumida desde hace tiempo en una situación muy delicada y a la que cualquier factor de desequilibrio añadido, como es el caso, complicará aún más sus perspectivas. Un estudio elaborado por los servicios técnicos de AVA-ASAJA revela que el aumento de las exportaciones marroquíes de cítricos y hortalizas en condiciones absolutamente ventajosas se traducirá a corto plazo en la Comunitat Valenciana en el abandono de unas 16.000 hectáreas de tierras de cultivos –en su mayoría de citricos- en la pérdida directa de 200 millones de euros y de unos 640.000 jornales.

“Nosotros no nos negamos a competir ni nos oponemos al progreso de ningún país –explica Cristóbal Aguado- pero queremos hacerlo en unas condiciones de igualdad mínimas que en estos momentos no se dan con Marruecos. No se puede hablar de competencia cuando los costes salariales son allí entre diez y quince veces inferiores a los de España, cuando el trabajo infantil está a la orden del día, cuando pueden utilizar productos fitosanitarios que están prohibidos en Europa, cuando vienen incumpliendo sistemáticamente los contingentes y los precios de entrada o cuando las empresas agrarias que operan allí, la mayoría vinculada al entorno de la familia real –no lo olvidemos- disfrutan de todo tipo de ventajas. Seamos serios y llamemos a las cosas por su nombre. El acuerdo es injusto, desequilibrado e inmoral y, desde luego, por este camino no se construye una Europa fuerte y cohesionada. A nadie puede extrañar, en tales circunstancias, que crezca el euroescepticismo”.

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