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Los ganaderos profesionales no queremos vacas enfermas en nuestra explotación, artículo de opinión de Pedro Gómez Gómez, ganadero y presidente de ASAJA Cantabria

El Plan de Erradicación Nacional de la Tuberculosis Bovina y su implementación en nuestra región viene generando un descontento generalizado en el mundo ganadero, porque supone un riesgo importante para la rentabilidad económica de las explotaciones y un varapalo para las familias que viven de sus vacas.

Las reuniones y documentos registrados por ASAJA para intentar mejorar el protocolo de tuberculosis y actualizar unas indemnizaciones que  llevan décadas con los mismos valores, y que no hacen distinción de raza o calidad, ha sido nuestro estandarte y no nos cansaremos de reclamar justicia en el manejo de esta enfermedad contra la que lucha toda España para entrar en el club de los estados indemnes. Efectivamente, los ganaderos no queremos vacas tuberculosas, queremos una cabaña sana y así es en Cantabria, una Comunidad Autónoma que puede decir que tiene valores de baja prevalencia en comparación con otras regiones de este país. No obstante, hemos observado cómo a pesar de matar muchos animales, el año pasado la prevalencia subió al 1,38%, un dato bajo si se compara con la media, pero negativo si lo comparamos con los de los últimos años, porque ha habido un repunte de la enfermedad. 

Esto significa que algo no se está haciendo bien en Cantabria, ¿por qué se matan más animales que nunca, pero no mejoran los datos? ¿Se están haciendo bien las cosas? ¿Por qué nuestros vecinos Asturias y País Vasco sí son capaces de mejorar sus datos significativamente? Estas y otras muchas preguntas se las hemos formulado a la consejería de Medio Rural, también solicitamos un estudio de las causas de contagio de la enfermedad, algo imprescindible para combatirla de manera eficaz.

Europa marca unas directrices para erradicar la tuberculosis y gasta millones de euros en materia de Sanidad Animal y luego cada estado miembro estructura sus planes para que sea aprobado en Bruselas y cada Comunidad Autónoma aplica el Plan de Erradicación Nacional con medidas que quiera añadir o incluso tiene la autonomía de interpelar al Gobierno de la nación para corregir aspectos del Plan. Por eso, desde ASAJA hemos presentado una extensa batería de propuestas que se han debatido en reuniones de la consejería. Creemos con firmeza que, en el caso de la tuberculosis, matar vacas a mansalva no es la solución y si no veánse los datos.

Queremos unas pruebas diagnósticas fidedignas y para ello solicitamos pruebas complementarias, para cerciorarnos de que el resultado de la prueba está contrastado y que la vaca que se sacrifica está enferma, y no sana como se ha comprobado en análisis post morten. Esta inseguridad en las pruebas ocasionan en el ganadero una sensación de desconfianza y el convencimiento de que vive una injusticia, porque además la indemnización que recibe por una vaca muerta no cubre el valor real de mercado. Por ejemplo: una vaca de 4 años, raza limusin, con carta y buena genética puede costar en valores reales 2.500-2.800 euros, si este animal es sacrificado por estar enfermo, el ganadero recibe una indemnización que no llega a los 1.000 euros.  De ahí que muchas explotaciones, que se han gastado dinero en tener animales con buena genética, peligren y puedan llegar a la ruina absoluta si se tienen que someter a un vacio sanitario o a una cuarentena.

Estos motivos, que puedo exponer en esta carta de forma muy resumida y otros, son los que nos han llevado a sumarnos a la manifestación del día 3 de marzo. En esta atmósfera tan complicada se ha añadido el foco de brucelosis en una zona concreta de la región, pero no conviene mezclar estas enfermedades porque son muy diferentes y cada una tiene un atajo y un proceder distinto. No desvirtuemos el eje central de la protesta. Ningún ganadero quiere animales enfermos y somos los primeros en someternos a las pruebas pertinentes de los servicios veterinarios, pero eso sí, queremos seriedad y eficacia.

Hace un año se celebraron unas jornadas de tuberculosis en Hoznayo, donde acudieron científicos, veterinarios y personal de la Administración, y quedó constancia por parte de uno de los ponentes, un veterinario de autoridad, que no se está trabajando bien la problemática y que los ganaderos nos merecemos unas pruebas diagnósticas con garantías. Eso pedimos y eso queremos.

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