La devastadora ola de incendios destapa la falta de previsión, prevención y medios de las Administraciones: la ganadería, pilar ambiental, la gran olvidada.
Ávila vuelve a estar en el mapa de la tragedia por culpa del fuego. En las últimas semanas, nuestra provincia ha sufrido graves incendios en San Bartolomé de Pinares – Las Navas del Marqués, el Barranco de las Cinco Villas – Mombeltrán o Navaluenga, así como en otros puntos que suman miles de hectáreas calcinadas. Con un territorio cada vez más vulnerable, fruto de la falta de planificación, de una prevención forestal ineficaz y de medios claramente insuficientes por parte de las Administraciones, año tras año el balance es dramático.
Estos incendios no son fruto de la casualidad, sino de años de políticas equivocadas que han dejado el medio rural sin manos que lo cuiden. Se ha apostado por un modelo de “renaturalización” que expulsa a quienes han vivido y trabajado en el campo, y que convierte montes y pastizales en auténticas bombas de combustible por falta de limpieza y gestión. El abandono es hoy el mejor aliado del fuego.
En este contexto, la ganadería extensiva es, y siempre ha sido, la herramienta más eficaz de prevención. El pastoreo reduce la carga vegetal, rompe la continuidad del combustible y mantiene abierto y limpio el territorio. Sin embargo, lejos de ser reconocidos como aliados, los ganaderos somos víctimas de normativas absurdas que nos prohíben los usos y costumbres tradicionales, nos impiden acceder a zonas de monte y nos ponen todo tipo de trabas burocráticas. Incluso, nos apartan de colaborar en la extinción, a pesar de conocer mejor que nadie cada rincón del terreno.
A esta lista de obstáculos se suma el injusto acotamiento de los pastos durante cinco años tras un incendio, una medida que castiga doblemente a quienes ya han perdido sus recursos, y que en la provincia de Ávila se sigue aplicando pese a la modificación hace unos años del artículo 92 de la Ley de Montes. Con esta restricción, se priva a los ganaderos de su medio de vida y se dificulta aún más la recuperación económica y ambiental de la zona, cuando precisamente el pastoreo controlado podría contribuir a regenerar el terreno y prevenir nuevos fuegos.
El resultado es una paradoja peligrosa: se limita nuestra actividad y se criminaliza nuestra labor, pero cuando el monte arde, se lamenta la falta de prevención. La realidad es que sin ganaderos no hay gestión activa del territorio, y sin gestión, el fuego avanza sin control.
Por todo ello, desde ASAJA Ávila exigimos medidas urgentes y sensatas:
- Incrementar la inversión en prevención real, con desbroces, limpieza de montes y apoyo decidido al pastoreo extensivo.
- Suprimir el acotamiento de pastos tras un incendio, facilitando el acceso al ganado y evitando un castigo añadido a las explotaciones afectadas.
- Eliminar trabas administrativas que dificultan el acceso a ayudas y la recuperación de la actividad tras un incendio.
- Reconocer y facilitar la participación activa de agricultores y ganaderos en la prevención y extinción, integrando sus conocimientos y medios en los planes oficiales.
- Permitir el uso responsable de maquinaria agrícola en épocas críticas, adaptando las restricciones a la realidad de cada comarca y sin impedir que el sector trabaje y mantenga el campo limpio.
Si de verdad se quiere frenar la ola de incendios que cada verano arrasa nuestro territorio, es hora de dejar de mirar al campo como un problema y empezar a verlo como la solución. La ganadería extensiva no solo produce alimentos, también cuida y protege el medio ambiente. Sin ella, el monte se abandona, y cuando eso ocurre, el fuego siempre gana.

En esta primera imagen se aprecia con claridad, a la izquierda, una zona limpia gracias al pastoreo de ganadería extensiva, y a la derecha, el área calcinada correspondiente a terrenos cerrados y restringidos al ganado por decisión de las autoridades medioambientales de la Junta de Castilla y León.

Estas zonas, se han convertido en auténticos polvorines por la acumulación de combustible vegetal, favorecen que las llamas avancen con rapidez y devoren todo a su paso.

Estas dos últimas imágenes muestran un tallar igualmente cerrado al ganado por Medio Ambiente, comparando su estado antes y después del incendio.
Fuente: Asaja Ávila