Con sus propuestas para el presupuesto europeo y la reforma de la PAC, la Comisión Europea parece haber querido cumplir los deseos más caros de los países contrarios a la PAC y de Franz Timmermans. A menos que ésta haya sido la agenda de Ursula von der Leyen desde el principio.
En un presupuesto europeo en alza, el Presidente de la Comisión propone un severo recorte del 18% del presupuesto de la PAC en euros corrientes. El valor de las ayudas de la PAC en 2034 será sólo el 57% de lo que era en 2020. ¿Dónde están sus garantías de que pondrá la soberanía europea en el centro del proyecto europeo, cuando nuestra agricultura está en el centro del proyecto en términos de alimentos, energía, productos químicos, plásticos y construcción?
A falta de una estrategia europea que desarrollar, la Comisión pasa la pelota a los Estados miembros pidiéndoles que elaboren 27 estrategias nacionales, definan sus prioridades y añadan fondos para compensar los recortes presupuestarios si quieren, si pueden. Menos agricultura, menos Europa, un incentivo para la competencia no regulada entre Estados miembros, cuando deberíamos ser más fuertes juntos.
Los eurodiputados fueron unánimes en su respuesta, haciéndose eco de los profesionales que, el día anterior, habían increpado a » Vonderland», diciendo que «¡ésta no es nuestra Europa!».
Por si fuera poco, el núcleo de la reforma de la PAC propuesta ese mismo día es una redistribución radical de las ayudas que hace tambalearse el corazón agrícola de la soberanía alimentaria de la Unión Europea. La degresividad y la limitación de las ayudas a la renta golpearían duramente a los agricultores, que son la columna vertebral de la producción europea. En España, la mayor parte de los agricultores productivos se verían afectados por una reducción de sus ayudas básicas a la renta, y representan el 51 % de la superficie agrícola total de España.
Al mismo tiempo, los regímenes ecológicos se evaporarían junto con el presupuesto de la PAC.
Esta fórmula aumentaría la presión económica sobre las explotaciones agrarias, que actualmente representan la mayor parte de la producción de la UE. Este planteamiento fomentaría enormemente la expansión, dificultando especialmente la instalación de jóvenes agricultores en explotaciones familiares tradicionales. También podría animar a los agricultores a centrar sus esfuerzos en reducir costes, lo que provocaría una reducción general de la producción europea.
Fuente Farm Europe