Tras un invierno escaso de agua y un mes de febrero extremadamente seco (el más seco desde 1965), en el que los agricultores y ganaderos sevillanos han sufrido continuas decepciones tras comprobar como las borrascas que avanzaban los pronósticos adelantados de sus nuevas aplicaciones meteorológicas se esfumaban conforme se acercaba el día señalado, el campo tiene puestas todas sus esperanzas en una primavera lluviosa que alivie la sed de los cultivos.
Desde que entró la primavera, la pluviosidad media en la provincia de Sevilla ha sido de unos 60 litros/m2. Estas precipitaciones, que llegan generalmente en forma de tormenta y se distribuyen de manera irregular, están viniendo muy bien para rematar el cereal, para favorecer la nascencia del girasol y la siembra de cultivos de verano como el maíz, el algodón y el tomate, para reducir los riegos de la remolacha, el arbolado y los hortícolas, para acompañar la floración del olivar y para ayudar al crecimiento de la hierba en las dehesas.
No obstante, debería seguir lloviendo, puesto que las precipitaciones están aún por debajo de la media y los pantanos de regulación general de la cuenca del Guadalquivir, al 42% de su capacidad, carecen del agua necesaria para que los agricultores de riego puedan contar con una dotación normal.
Fuente: Asaja Sevilla