Hay que recordar que, dado que los animales infectados y transmisores ocupan el entorno en el que se desarrolla la actividad agroganadera, la tularemia está considerada enfermedad profesional y está recogida en el Real Decreto 1299/2006 dentro del “grupo de enfermedades profesionales causadas por agentes biológicos -enfermedad infecciosa o parasitaria transmitida al hombre por los animales o sus productos y cadáveres- hallándose incluidos los agricultores y ganaderos”. La gestión de las enfermedades profesionales puede ser asumida por una Mutua o por el INSS, quienes determinarán si es una enfermedad profesional o no. Sin embargo, la calificación de las enfermedades profesionales corresponde en última instancia al INSS. El papel del médico de familia es fundamental a la hora de reconocer y derivar a estos organismos a los trabajadores con sospecha de estas patologías.
Es importante insistir en la necesidad de una mayor formación de los profesionales de atención primaria, que les permita diagnosticar la tularemia como enfermedad profesional y coordinarse con el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). Así, los agricultores y ganaderos afectados podrán obtener todos los beneficios del sistema de protección público, tales como la gratuidad de la atención farmacéutica y otras prestaciones complementarias, dado que la tularemia precisa de un tratamiento relativamente largo.
Por ello, desde ASAJA se aconseja a los agricultores y ganaderos que se aseguren de que se indica en el correspondiente parte de baja que se cataloga como “enfermedad profesional”, y que, en caso de duda, acudan a las oficinas de las organizaciones agrarias para que se presenten las alegaciones o recursos correspondientes.
La tularemia, catalogada como enfermedad infecciosa y de declaración obligatoria, está latente desde hace años en nuestra Comunidad Autónoma. Liebres y roedores, y en especial los topillos, actúan como reservorio y vía de unos contagios que principalmente se producen a través de la piel, aunque también pueden llegar a través de la conjuntiva del ojo o las mucosas de boca y nariz. También están descritos casos por ingestión de agua contaminada, hecho por el cual ASAJA-Palencia ha expresado su preocupación por la acumulación de cientos de topillos en vías de distribución de agua.
Además del problema sanitario, prioritario porque estamos hablando de la salud y la vida de personas, ASAJA insiste en la necesidad de que desde la administración se adopten todas las medidas posibles de control de la expansión de los topillos, que sigue en un momento álgido.
Según las estadísticas publicadas, el número de personas afectadas por tularemia alcanzó máximos anuales en los años 1997 y 2007 (513 personas de la comunidad en el año 1997 y 507 personas en 2007), años que coinciden con plagas de topillos.