El acuerdo recientemente alcanzado entre la UE y EE. UU., que se detalla en la declaración conjunta de ayer, no aporta nada al sector agrícola de la UE. A pesar de las declaraciones públicas realizadas en Escocia por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre posibles acuerdos arancelarios «cero por cero» para determinados productos agrícolas, la declaración conjunta no contiene ninguna medida de alivio para los productores europeos. La expectativa mínima era una reducción de los aranceles para el vino y las bebidas espirituosas, una solución respaldada por las partes interesadas tanto de la UE como de EE. UU., pero no se ha cumplido.
Por el contrario, este acuerdo concede un mejor acceso al mercado a los productos agroalimentarios estadounidenses, mientras que los productores de la UE se enfrentan a aranceles más elevados, que ahora ascienden al 15 %, sobre productos clave de exportación. Este resultado unilateral no solo es injustificado, sino que perjudica gravemente a un sector que ya se encuentra bajo presión debido al aumento de los costes, las restricciones normativas y la creciente competencia mundial.
En la práctica, se está pidiendo a la agricultura de la UE que acepte condiciones comerciales más desfavorables, mientras que los Estados Unidos obtienen nuevas ventajas. Esto no es reciprocidad, es un error estratégico que perjudica a los propios agricultores, cooperativas agrícolas y economías rurales de la UE.
La Comisión Europea debe seguir negociando con los Estados Unidos la reducción de los aranceles sobre las principales exportaciones agrícolas y debe realizar y publicar urgentemente una evaluación del impacto de este acuerdo en el sector agrícola de la UE, incluyendo un análisis detallado de los efectos de sustitución. Países competidores, como Australia y Argentina, seguirán beneficiándose de aranceles más bajos, del 10 %, lo que significa que los productores de la UE se encuentran ahora en una situación aún más desfavorable en un mercado clave.
Desde ASAJA y el COPA-COGECA, solicitamos urgentemente que se aclare qué ajustes tiene previsto introducir la Comisión en el Reglamento sobre la deforestación y en las directivas sobre sostenibilidad, así como sus implicaciones para los productores de la UE. Cualquier flexibilidad concedida a los Estados Unidos en materia de normas sanitarias y fitosanitarias o de certificación sanitaria no debe ir en detrimento de las normas de producción de la UE ni de los agricultores.
Este acuerdo confirma una tendencia preocupante: la agricultura está siendo sistemáticamente relegada a un segundo plano en las negociaciones comerciales de la UE.
Pedimos a la Comisión que explique cómo este resultado se ajusta a sus objetivos declarados sobre el papel estratégico de nuestro sector para Europa, la resiliencia rural y el comercio justo, y que exponga las medidas inmediatas que piensa adoptar para mitigar el impacto negativo.