La Presidencia danesa de la Unión Europea llega a su fin. Ha logrado algunas simplificaciones de la PAC y, sobre todo, un paquete vitivinícola y un acuerdo sobre las nuevas técnicas genómicas (NTG). Sin embargo, ha provocado el fracaso de las discusiones sobre el refuerzo de la posición de la agricultura en la cadena alimentaria (reglamento único de la OCM) al confundir la defensa de los intereses daneses con su papel como presidencia.
Ante los negociadores daneses, respaldados por una comisión apresurada, que proponían un acuerdo a precio reducido para los agricultores, sin avances en los contratos y aún menos en el tema de las denominaciones de la carne, la negociadora del Parlamento Europeo, Céline Imart, se mantuvo firme, prefiriendo concluir a principios de 2026 bajo la Presidencia chipriota.
La Presidencia danesa también convocó esta semana una reunión del Consejo Europeo para definir el marco de las negociaciones sobre el presupuesto europeo 2028-34, es decir, para determinar qué habrá que negociar entre los Estados miembros y qué orientaciones y principios se habrían acordado ya de manera efectiva.
Esta reunión del Consejo Europeo comienza el 18 de diciembre, con miles de agricultores tomando las calles de Bruselas para protestar contra las propuestas de la Comisión de fusionar la PAC en un fondo y un reglamento comunes con otras políticas europeas (cohesión, social, pesca). Esta propuesta de fusión va acompañada de un recorte presupuestario de la PAC de casi el 20 % y de una renacionalización a gran escala de esta política, que se convertiría en 27 programas agrícolas nacionales que movilizarían fondos europeos. Se trataría de un choque sin precedentes, agravado por el impacto de los acuerdos comerciales.
Por un lado, Europa aboga por una mayor soberanía económica y política mediante la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles gracias al desarrollo de la bioeconomía. Por otro lado, la Comisión Europea presenta un plan para que Europa se desvincule de su agricultura, cuando en realidad se necesita un aumento del 25 % en la producción agrícola para cumplir los objetivos europeos de sostenibilidad y soberanía.
Se trata de una brecha o ceguera inaceptable y de una falta de claridad política que los agricultores de toda Europa denuncian esta semana en Bruselas, bajo las ventanas de Ursula von der Leyen y al margen del Consejo Europeo. Un Consejo Europeo que probablemente no avanzará mucho en el tema del presupuesto europeo, ya que Dinamarca ha confundido la rapidez con la precipitación al intentar añadir en el último momento la controvertida cuestión de las rebajas concedidas en presupuestos anteriores a los principales contribuyentes netos.
