En Uruñuela, La Rioja, un autónomo agrario demuestra cada día que la modernización del campo no es una promesa: es una realidad que ya está sucediendo. Se trata de Javier Fresneda Rubio, responsable de una explotación de olivar superintensivo que combina innovación, sostenibilidad y una gestión ejemplar del agua y del suelo.
Su finca es una muestra de cómo un autónomo, con formación y visión de futuro, puede situar a su explotación al nivel de los modelos más avanzados de Europa. El riego se realiza por sectores, adaptando la cantidad exacta de agua a las necesidades de cada zona del olivar, lo que permite ahorrar recursos y garantizar un uso responsable en un contexto de sequía cada vez más exigente.

Sobre el terreno, Javier apuesta por una práctica que habla de compromiso ambiental real: la cubierta vegetal. Gracias a ella, el suelo gana carbono, biodiversidad y estructura, y la finca contribuye a la lucha contra el cambio climático al capturar CO₂ de forma natural. El resultado es un olivar más sano, más resiliente y más equilibrado.
La tecnificación es otro pilar de su trabajo. El uso de un atomizador con tecnología de sonar reduce el desperdicio de fitosanitarios y mejora la precisión en cada aplicación. Menos impacto ambiental, menos costes y más eficacia: una apuesta clara por una agricultura moderna y responsable. Para la recolección, emplea un buggy diseñado para evitar erosión y compactación, protegiendo la vida del suelo —uno de los recursos más valiosos del campo.

Javier no solo produce aceituna: transmite conocimiento, comparte experiencia y ayuda a formar a quienes construirán el campo del mañana.
Historias como la suya recuerdan algo fundamental: los autónomos agrarios son mucho más que productores. Son innovadores, gestores del territorio y protagonistas de la transición hacia un modelo agrícola más sostenible. En Uruñuela, Javier Fresneda Rubio lo demuestra cada día, a pie de olivar.
Este contenido forma parte del proyecto Autónom@s

