El coste energético cada vez tiene más peso en los gastos que afrontan los regantes leoneses en los sistemas de riego modernizado a la demanda. Para la mayoría de los sectores de riego, de las distintas comunidades de regantes, es necesaria la energía eléctrica para mover las motobombas que dan presión a la red, y esto supone un coste energético que se repercute sobre la superficie regada y que cada vez es más elevado.
El recibo que paga el regante, que este año 2025 se mueve en un abanico entre 120 y 180 euros por hectárea, se está convirtiendo en un coste importante, que crece cada año, y que se nota más cuando, como ocurre en la actualidad, los márgenes de cultivos como el maíz y la remolacha –mayoritarios en la provincia– están tan ajustados que incluso obligan a vender a pérdidas.
ASAJA critica que el coste de la energía eléctrica, en cuyo escandallo hay un elevado componente político, ponga sobre las cuerdas a sectores económicos como en este caso el agroganadero, sobre todo cuando, como es el caso, los mayores costes no se pueden repercutir en la venta de los productos. Por lo tanto, ASAJA reivindica la supresión de todos los impuestos del recibo de la electricidad en toda la actividad agropecuaria.
Por otra parte, la mayoría de las comunidades de regantes están apostando por la energía fotovoltaica propia para cubrir parte de sus necesidades. La normativa a la que se han acogido estos proyectos, promovidos por el Itacyl de la Junta de Castilla y León, impide vender a la red la energía sobrante tanto en campaña como fuera de campaña de riego cuando sus motores están parados, lo que impide obtener unos beneficios que ayudarían a amortizar la inversión y a reducir otros costes vinculados al riego. ASAJA pide un cambio normativo para que estas comunidades de regantes puedan vender a la red toda la energía sobrante que no necesitan en su proceso productivo.
En el mayor coste energético del agua de riego, de esta campaña 2025, ha influido también el mayor consumo de agua debido a las altas temperaturas del verano y a la ausencia de precipitaciones durante toda la campaña, en particular el mes de septiembre, lo que hizo que muchos regantes agotasen la totalidad de la concesión aprobada por la Confederación Hidrográfica.
Además del coste del agua de riego, que abarca el coste energético y la telegestión, el regante tiene que pagar para sufragar los costes generales de la comunidad de regantes, por la tarifa de riego y el canon de regulación del agua que cobra la Confederación Hidrográfica, y por la amortización de las obras ejecutadas por la empresa pública SEISA. La totalidad de estos costes, que varían mucho entre distintas comunidades de regantes, suponen una media de 450 euros por hectárea en los sistemas modernizados, y representa un 18% de los costes totales en cultivos como el maíz.
ASAJA. León
