La próxima campaña vitivinícola 2025–2026, que comenzará oficialmente el 1 de agosto, podría ofrecer una producción superior a la registrada en los últimos años marcados por la sequía. Las primeras estimaciones, si no hay complicaciones, apuntan a una vendimia más generosa que las dos anteriores.
En la campaña actual 2024–2025, la producción de vino y mosto se sitúa en torno a los 36,8 millones de hectolitros. Esto supone un incremento del 15 % respecto a la anterior, aunque sigue siendo un 6 % inferior a la media de los últimos cinco años. Las lluvias de esta primavera, más abundantes de lo habitual, han favorecido una buena brotación y un desarrollo vegetativo óptimo del viñedo en muchas zonas productoras.
Sin embargo, ese mismo exceso de humedad, unido a temperaturas suaves, ha propiciado la aparición de enfermedades fúngicas como el mildiu y el oídio, que están provocando daños en numerosas explotaciones. Viñedos de zonas como La Rioja o Montilla-Moriles han sufrido de forma especialmente significativa el impacto del mildiu, una enfermedad difícil de contener cuando las condiciones meteorológicas no acompañan, y que este año ha desbordado en muchos casos los tratamientos habituales.
Además, desde principios de mayo se han registrado tormentas de granizo severas en distintas zonas vitícolas, con daños importantes en parcelas de Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña, Castilla y León o La Rioja. Y aún quedan semanas críticas por delante: el verano ha arrancado con temperaturas extremas —tanto diurnas como nocturnas— que pueden afectar al viñedo si se mantienen o empeoran.
Por todo ello, si bien las expectativas iniciales son optimistas, la evolución final de la cosecha dependerá de cómo se comporte el tiempo en las próximas semanas. Los técnicos advierten que no es momento de lanzar las campanas al vuelo: quedan muchos días de campo y factores en juego que podrían alterar el resultado final.
Fuente: ASAJA