Los estudios moleculares preliminares llevados a cabo en el Laboratorio Central de Veterinaria (LCV Algete) sobre el virus indican que la cepa causante de estos focos es similar a la que afectó durante estos últimos años a la región de los Balcanes e Italia, diferente por lo tanto al virus presente en el sur de la península ibérica. Además, en todos los casos, los animales afectados son autóctonos de las Islas Baleares y no se han producido entradas recientes de animales en las explotaciones afectadas. Por lo tanto, la hipótesis más probable es la introducción del virus por medio de mosquitos Culicoides infectados procedentes desde otras zonas del Mediterráneo, como ya ocurrió en los anteriores brotes detectados durante la primera década de este siglo.
¿QUÉ ES LA LENGUA AZUL?
Se trata de una enfermedad vírica no contagiosa que afecta a los rumiantes domésticos y salvajes. Afecta principalmente a ovino, pero también puede afectar a bovino, caprino, búfalos, antílopes, ciervos, o camellos, entre otros; pero en ningún caso existe constatación de que afecte al hombre.
El virus causante de la lengua azul pertenece a la familia Reoviridae. Hasta la fecha, se han identificado 24 serotipos distintos, y la capacidad de cada cepa para provocar la enfermedad varía considerablemente.
Esta enfermedad se transmite por la picadura de ciertas especies de mosquito del género Culicoides.
La gravedad de la enfermedad varía según la especie animal. La más afectada por esta enfermedad es el ovino, con síntomas más graves que causan la muerte, pérdida de peso e interrupción del crecimiento de la lana. En los ovinos altamente susceptibles, la morbilidad puede alcanzar hasta el 100 %, con una mortalidad media de entre 2 y 30 % pudiendo llegar al 70 %.
Los mosquitos actúan como vectores y son la clave de la transmisión del virus de la lengua azul entre los animales. Estos mosquitos se infectan con el virus al ingerir la sangre de animales infectados, y de esta forma trasmiten la enfermedad a nuevos animales. Sin el vector, la enfermedad no puede transmitirse entre los animales. El virus no se transmite por contacto con animales o lana, ni por el consumo de leche.
La transmisión de este virus ocurre principalmente durante los periodos de lluvia. Los bovinos, especie que tiende a presentar infecciones subclínicas, cumplen un papel importante para el mantenimiento del virus en una región, pues los bovinos infectados pueden servir como una fuente de virus durante varias semanas sin mostrar signos clínicos.
¿CUÁLES SON LOS SIGNOS CLÍNICOS DE ESTA ENFERMEDAD?
En los ovinos infectados, los signos clínicos son variables y pueden incluir:
× Fiebre
× Hemorragias y ulceración del tejido oral y nasal
× Salivación excesiva, descarga nasal y tumefacción de los labios, lengua y mandíbula
× Inflamación de la banda coronaria (encima de la pezuña) y cojera
× Debilidad, depresión, pérdida de peso
× Diarrea profusa, vómitos, neumonía
× Lengua “azul” como resultado de la cianosis
× Abortos
× “Interrupción” del crecimiento de la lana en los ovinos en recuperación con pérdida parcial o completa de la lana
La aparición de signos clínicos en los bovinos dependerá de la cepa vírica; otros rumiantes domésticos, como los caprinos, no suelen presentan signos clínicos o presentan unos pocos.
¿QUÉ MEDIDAS DE PREVECIÓN Y CONTROL EXISTEN?
El control de la enfermedad se realiza a través de una combinación de vacunación, control del vector y limitación del movimiento de animales.
La vacunación es la medida más eficaz y práctica para reducir al mínimo las pérdidas asociadas a la enfermedad y lograr su erradicación. Es esencial utilizar una vacuna diseñada para brindar protección contra la cepa o cepas específicas del virus, dependiendo de la región en la que se encuentre el ganado.
MEDIDAS DE BIOSEGURIDAD
× Restringir todos los movimientos innecesarios, reduciendo al mínimo imprescindible la entrada de animales ajenos a la explotación. Si se produce una visita deberá quedar registrada.
× Adoptar medidas estrictas de desinsectación periódicas en locales, medios de transporte y lugares de ejercicio, estercoleros y otros lugares aptos para la cría del vector.
× Desinsectaciones externas periódicas, coincidiendo con los periodos de mayor actividad del vector.
× Lavado y desinfección obligatorios de todos los transportes, previos a la entrada en la explotación.
× Reforzar las medidas de control contra vectores mediante el uso de telas mosquiteras y eliminación de lugares aptos para la cría.