ASAJA-Almería insiste en la propuesta lanzada de que el agricultor empiece a tomar partido y a participar en el proceso de venta de sus productos pero quiere dar un paso más: que los agricultores exijan al comercio reciprocidad social por el trabajo que realizan, para que el comercio a su vez reclame dicha reciprocidad a la distribución.
Los agricultores deben rendir cuentas en sus empresas con los controles y certificaciones diversos que deben cumplir para satisfacer al mercado, y las empresas todos los años presentan a sus socios y a sus clientes sus resultados. Por lo tanto es de justicia que los agricultores vean recompensado todo su esfuerzo por cumplir todas y cada una de las exigencias que les dictan sus empresas a instancias de la gran distribución.
Diariamente los productos que salen de nuestra provincia cuentan con gran cantidad de certificaciones de calidad, fitosanitarias, de respeto al medio ambiente, sociales etc; que los agricultores cumplen religiosamente, dando además un valor añadido al producto con origen Almería. Por este motivo, desde ASAJA instamos a que exista reciprocidad social con el agricultor, pagando un precio digno por esos productos para permitir el mantenimiento de las explotaciones y el trabajo de los miles de trabajadores que se dedican al cultivo de hortalizas. La pasividad mostrada hasta ahora por las empresas, en manos totalmente de la distribución, contribuye a este sistema de asfixia en el que vive el agricultor, que es ninguneado y menospreciado al no dar a su producto un valor que dignifique esta profesión.
En opinión de ASAJA todas estas exigencias que se ciernen sobre nuestra producción son muy necesarias pues dan al producto un “valor” que va mucho más allá de su calidad, sabor o seguridad, se convierte a la agricultura en una actividad responsable. Los agricultores trabajan por que el sistema productivo se adapte a las exigencias del mercado, y en esta línea, las empresas de comercio deben trasladar a la distribución la necesidad de que se retribuya justamente el producto por su valor económico y social, haciendo hincapié en todas esas certificaciones que a diario les exigen. La calidad y la responsabilidad se pagan.
Tenemos una agricultura sostenible, sin residuos, en la que el agricultor siempre ha apostado por mejorar, innovar y diferenciarse de la competencia; y sirva como ejemplo el gran salto dado hacia el control biológico y la cada vez mayor presencia de explotaciones ecológicas, por este motivo, desde ASAJA no se entiende que un producto valioso, que lleva aparejados el cuidado al entorno y miles de empleos se maltrate en destino y recuerda que las explotaciones almerienses no pueden competir en condiciones de igualdad con los productos de Países Terceros, a los que no se les exigen las mismas certificaciones o requisitos. Y es que si Europa quiere seguir contando en un futuro con esta “despensa” debe cuidarla y mimarla, para ASAJA ésta es la idea que nuestras empresas deben comenzar a trasmitir.
El mal precio que las empresas consiguen para la gran distribución, repercute negativamente en el agricultor que ve cómo no puede afrontar el pago de sus costes y se ve obligado a reducir o incluso despedir a la mano de obra que necesita para sacar adelante la cosecha.
Hasta ahora todas las exigencias han venido dirigidas al agricultor sin que éste haya recibido compensación alguna, de este modo, es el momento en el que los productores exijan a su empresa reciprocidad social para con su explotación. Si los “mercados” nos imponen normas, requisitos y certificaciones es justo que paguen lo suficiente para mantenerlas.
Por eso ASAJA apuesta por el establecimiento de la responsabilidad social de las empresas de comercio para con el agricultor, ya que el apoyo a una actividad como la agricultura y su aportación al entorno y al empleo deberían empezar a ser incluidos en las propias campañas de promoción de nuestras empresas, garantizando que cumplen con esa reciprocidad social con el agricultor y su producto.