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AHECOVAL nace adscrita a la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) y busca obtener un producto de máxima calidad, diferenciado y que cumpla todas las garantías sanitarias

Alrededor de una veintena de emprendedores valencianos acaba de poner en marcha una nueva asociación con el objetivo de potenciar la cría de caracoles en granjas para su posterior comercialización en un mercado que tiene un potencial de crecimiento prometedor e interesante. Las prospecciones y estudios efectuados por los empresarios que acaban de constituir la Asociación de Helicicultura de la Comunitat Valenciana (AHECOVAL) indican que España sólo produce en cautividad poco más del 5% del caracol que consume y que Francia e Italia –países que también incluyen este molusco en su gastronomía– son igualmente deficitarios en producción de caracoles, de tal manera que su crianza con fines comerciales puede constituir una buena oportunidad de negocio, siempre y cuando se hagan bien las cosas y se den los pasos adecuados.

Guiados precisamente por el propósito de dotarse de una hoja de ruta y de contar con los criterios y el asesoramiento profesional más acreditados AHECOVAL nace como entidad adscrita a la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), cuyos técnicos están colaborando estrechamente en el desarrollo del ambicioso proyecto que este grupo de emprendedores está impulsando. Muchos de los protagonistas de esta iniciativa empresarial pionera en la Comunitat Valenciana proceden de sectores golpeados por la crisis económica, como la construcción o la banca, y han visto en las alternativas que ofrece la helicicultura –es decir, la cría de caracoles terrestres comestibles– una posible salida profesional.

La mayor parte de estos emprendedores se encuentran ahora mismo en proceso de regularización y legalización de las granjas y criaderos en los que tienen previsto llevar a cabo la mencionada actividad ganadera, puesto que de lo que se trata es de dotarse de todos los instrumentos que permitan obtener un producto de máxima calidad, diferenciado y que cumpla con todos los requisitos de trazabilidad y con todas las garantías sanitarias.

No en vano, tal como denuncian desde AHECOVAL y desde AVA-ASAJA, el problema más grave que afronta en la actualidad el mercado del caracol en España es que se nutre en gran medida de una oferta silvestre y furtiva que escapa con frecuencia al control higiénico y sanitario de las administraciones. Algunas de esas vías de aprovisionamiento son clandestinas porque el animal que acaba vendiéndose al público procede directamente del campo y, por eso mismo, es probable que haya ingerido pesticidas u otras sustancias nocivas para la salud. Las importaciones de caracol desde países poco cuidadosos con este tipo de cuestiones constituye otro de los inconvenientes que presenta el panorama actual.

Por tanto, la primera exigencia que AHECOVAL tiene previsto trasladar a la Administración es que tome cartas en el asunto para que aclare, regule y legisle el mercado que gira en torno a la comercialización del caracol con el objetivo de que sólo puedan operar legalmente aquellas empresas autorizadas, homologadas y capacitadas para garantizar elementos tan indispensables hoy en día como la trazabilidad y la salubridad. Se trata, en definitiva, de que la carne de caracol cumpla con las mismas exigencias que cualquier otro producto cárnico.

Según vaya avanzando el proyecto, los emprendedores que han creado esta nueva asociación tienen previsto desarrollar programas de investigación dirigidos a mejorar la producción, así como certificados de calidad e incluso una marca propia. Lo que sí parece claro es que este sector incipiente tiene margen de recorrido y posibilidades de crecimiento: en España sólo el 5% de las 18.000 toneladas de caracoles que se consume al año procede de la cría en granja, el resto es de origen silvestre o importado de terceros países, mientras que Italia importa el 50% de las 12.000 toneladas anuales que consume y Francia debe recurrir igualmente a importaciones masivas para satisfacer su demanda de más de 50.000 toneladas al año de caracoles.