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Sugiere que se cierren las fronteras a la carne argentina, un producto que no cumple con las exigentes normas de la Unión Europea

La organización agraria ASAJA de Castilla y León apoyará al Gobierno de España si ejerce el legítimo derecho de aplicar fuertes restricciones a las importaciones de productos agroalimentarios de Argentina, como respuesta a la expropiación de las propiedades de Repsol, pero advierte que España necesita la soja y otros productos proteicos para la alimentación animal, y que por tanto se han de buscar previamente otros mercados. El sector ganadero español, que vive una dura crisis por la escasa rentabilidad –bajos precios de la carne y la leche y altos costes de producción– acrecentada ahora con la sequía, no puede permitirse mayores costes de producción que en modo alguno se pueden repercutir en la venta de unos productos a los que les ponen precio las grandes cadenas de distribución.

 Castilla y León tienen una importante cabaña ganadera tanto intensiva –porcino, avicultura, vacuno y ovino de leche– como extensiva, consumidora de cereales y oleaginosas de los que España es deficitaria. Argentina es uno de los principales mercados para el aprovisionamiento de los más de 6 millones de toneladas de oleaginosas que cada año importa nuestro país y de Argentina llega también una cuarta parte del maíz y la mitad del cereal que importamos. Todos estos granos importados, por cierto, y en particular la soja, son transgénicos, dándose la paradoja de que Europa tiene prohibido el cultivo de plantas transgénicas pero no está prohibida la importación de cereales y oleaginosas así cultivadas en otras partes del mundo que después se come sin restricción alguna nuestra cabaña. En el cereal no es tan decisivo el mercado argentino y existen otros proveedores que lo pueden sustituir sin dificultad alguna.

ASAJA de Castilla y León le pide al Gobierno que empiece por cerrar las fronteras a los productos terminados que llegan de Argentina con destino a la alimentación humana, en particular las carnes y las legumbres, productos de dudosa calidad que no pasarían los controles de frontera con las exigentes normas de la Unión Europea en materia de salud pública y bienestar animal. Y además, son productos en los que España es autosuficiente y que nuestro país importa para asumir las concesiones comerciales que históricamente la Unión Europea otorga a MERCOSUR.