A menos de tres semanas de la cumbre extraordinaria del 22 y 23 de noviembre sobre los presupuestos europeos 2014-2020, la Presidencia de Chipre recomienda recortar “al menos 50.000 millones de euros” de un total de 1 billón treinta y tres mil doscientos treinta y cinco, el presupuesto que la Comisión Europea propuso para 2014-2020. Todas las partidas presupuestarias se verían afectadas por lo que la PAC no se salvaría. Además, la Presidencia de la Unión advirtió que estas cifras sólo representan un “punto de partida” y que “se requerirán más recortes significativos para alcanzar un compromiso”.

Consecuentemente, la propuesta formulada el 29 de Octubre tiene previsto asignar fondos de hasta 379.000 millones de euros para la partida presupuestaria que incluye agricultura, es decir un 1,94 por ciento menos que el borrador de la Comisión, que ya estaba por debajo del actual presupuesto. De este total, la Presidencia tiene previsto una caída del dos por ciento en el presupuesto asignado al primer pilar comparándolo con el proyecto de la Comisión. En lo que se refiere a los pagos directos se verían disminuidos en un 1,3 por ciento. El segundo pilar también se vería afectado por recortes, aunque en un menor grado.

Al menos siete países apoyan el esquema de la Presidencia, incluyendo Alemania y el Reino Unido, que sienten que se deben llevar a cabo más recortes y están considerando una reducción de 120.000 millones de euros en las cantidades propuestas por la Comisión, para mantenerse por debajo del umbral de la contribución del uno por ciento del ingreso nacional bruto (INB).

Un sin número de voces se han levantado contra la propuesta. Aproximadamente 15 naciones – particularmente de la Europa de Este – son acérrimos defensores del proyecto del presupuesto de la Comisión y rechazan nuevas restricciones. Similarmente, Francia podría boicotear la votación del presupuesto, especialmente si la PAC se ve afectada por dicha reducción presupuestaria. El COPA-COGECA también se opone a las nuevas propuestas de la Presidencia de Chipre, y “advierte en contra de lo que ocasionaría unos recortes importantes en el gasto agrícola, poniendo en peligro la seguridad alimentaria y el desarrollo rural”, a la vez que señala que el proyecto de la Comisión ya incluye en términos un 10 por ciento de reducción del presupuesto de la PAC.

En lo que se refiere a las organizaciones europeas, la Comisión indicó que “no apoya” el proyecto de la Presidencia, y el Parlamento Europeo, por su parte, dijo estar “consternado” por dicha propuesta “porque amenaza inevitablemente el futuro de algunos programas y políticas cruciales” de la Unión Europea. Porque no olvidemos que la PAC es la única política europea integrada que lleva a un presupuesto exhaustivamente consolidado que parece ser importante comparándolo con el presupuesto de la UE, pero que es pequeño comparado con el INB europeo, ya que sólo representa el 0,4 por ciento. Otros gastos nacionales para otras políticas – como el transporte o educación – representan generalmente cantidades que son muy superiores.

La Presidencia de Chipre espera llegar a un acuerdo durante la cumbre de noviembre. Pero la situación es tan tensa que algunos no dudan en invocar un “milagro”, ya que alcanzar un acuerdo en el presupuesto en la cumbre del 22-23 de noviembre actualmente es una posibilidad muy remota. En caso de fracaso, el presupuesto se mantendría sobre la base de los límites máximos de 2013, hasta que se consiga un consenso.

Sin embargo, una cosa ya es segura. En el contexto de la alta volatilidad de los precios agrícolas, la PAC no podría conseguir sus objetivos asignados, concretamente aumentar la productividad de la agricultura, asegurar un digno nivel de vida a los agricultores, estabilizar los mercados, y finalmente, garantizar la seguridad alimentaria con precios razonables para los consumidores.

Debemos antes que nada evitar ceder al atractivo de los a priori efectivos recortes presupuestarios, que sin embargo son un riego económico y estratégico para la UE. La agricultura europea es un sector estratégico clave, ya que la UE es el segundo productor y exportador agrícola mundial.

La reforma de la PAC no debe anunciar el final de la única política europea integrada, sino colocar la agricultura europea en el núcleo de los retos del siglo 21. Es por lo tanto crucial que los actuales debates maximicen su efectividad económica y presupuestaria a través de unos fundamentos flexibles adaptados a la naturaleza altamente volátil de los precios agrícolas. Estos es precisamente lo que MOMAGRI defiende con su:“Es posible otra CAP”